Para todos los países del mundo, la nueva cepa de Coronavirus (COVID 19) fue y sigue siendo un acontecimiento inimaginable e inesperado. Los países “del primer mundo” siempre han sido considerados como desarrolladores de alto conocimiento intelectual y económico, pero tampoco preveían que un virus pudiese atacar su título de “Super Potencia Global”.
Un virus atravesó sus fronteras, quebró economías, rompió lazos sociales, puso a prueba la inteligencia y a los gobernantes de cada país, mientras ellos siguen en la disputa por ¿Quién tiene el mayor poder? ¿Quién será el salvador y redentor de este virus?; Por otra parte este enemigo común nos acercó a quienes realmente están cerca y al mismo tiempo lejos, porque comparten con nosotros el techo; nos enseñó a vivir con lo justo, reavivar el amor de la familia y la importancia de apreciar a quien nos quiere; no distingue entre ricos y pobres, pues todos somos vulnerables y podemos terminar en el mismo fondo oscuro llamado eternidad; destapó las verdaderas cara de nuestros gobernantes; el alto nivel de intelectualidad y economía de los grandes países hoy solo se queda en cifras llenas de dolor, tristeza, preocupación y mil sentimientos más, es así como nos demostró quienes son los verdaderos héroes sin capa arriesgando sus vida mientras otros malgastan y roban el dinero de sus insumos; pero, sobre todo aquello y una vez más la naturaleza demostró su fuerza, el real y potente poder global, nos da un mensaje que aun para muchos no es escuchado y siguen enfrentándose a un batalla sin victoria.
A lo largo de estos meses de convivencia familiar, mientras una pandemia se desata entre las calles, me he permitido observar las realidades y necesidades de la vida, la esencia de la humanidad y de la naturaleza. Mientras el ser más evolucionado del planeta permanece en casa otras líneas de vida vuelven a florecer y ver la libertad sin miedos.
Esta pandemia nos permite reflexionar, hacer cambios internos y externos, apreciar la vida, la familia, el amor, las oportunidades y todo aquello que nos rodea. Hoy me permito decir que la tristeza que me genera pensar en la continuación de un mundo así es inmensa, pero ¿deberíamos volver a las calles? ¿realmente hemos aprendido? No lo creo. Ojalá el verdadero cambio por el mundo llegue pronto, por ahora seguiremos luchando y en la medida posible desde casa, por mí, por ti, por todos.