El pasado miércoles 7 de octubre, los candidatos a próximo vicepresidente de Estados Unidos sentados por 90 minutos dieron un primer debate cara a cara, que a pesar de todo, fue catalogado como cordial y civilizado, comparado con el anterior que se redujo a gritos indiscriminados e interrupciones sin fin.

El primer y único debate vicepresidencial, cercano a las elecciones en las que el partido republicano busca la reelección enfrentándose al demócrata, se llevó a cabo en el Kingsbury Hall de la Universidad de Utah en Salt Lake City. Durante la conversación ambos compartieron diversos puntos de vista recurrentes para los americanos en temporada electoral, como el futuro para las protestas sociales y raciales, la violencia policial, el manejo de la pandemia y la corte suprema entre otros.

Aunque a diferencia del primer debate, entre Trump y Biden, acá todo fue mucho más cordial, incluso descrito por algunos medios como tranquilo pues las interrupciones entre ambos candidatos fueron muy pocas, además de los ataques personales, que no fueron para nada recurrentes, comparado con el debate Trump-Biden, donde muchos de los argumentos del republicano eran ataques netamente personales y no ideológicos o políticos. 

Hubo gran expectativa entre los norteamericanos tras el encuentro entre las fórmulas presidenciales, que han tomado mayor importancia desde el reciente contagio de Covid-19 del presidente Donald Trump, además teniendo en cuenta que tanto el mandatario como el candidato demócrata tienen 74 y 77 años respectivamente, pero fue evidente el deseo de evadir la pregunta sobre una posible sucesión en el cargo, pues ambos candidatos optaron por hablar de temas distintos.

“Se puede decir que no hubo daños graves ni un ganador claro del encuentro a pesar de que CNN en su encuesta colocó a Kamala Harris al frente. También hay que decir que el vicepresidente Mike Pence no cometió un error muy grave, solo trato de enfocarse en su base evangelica hablando de temas como el aborto” Afirma Santiago Guzman, profesional en gobierno y relaciones internacionales.

Sin duda alguna era la noche de Kamala Harris, pues en los dos meses desde que Biden la eligió como compañera de campaña la senadora demócrata ha mantenido un perfil bajo en la campaña. A diferencia del debate pasado donde las expectativas eran bajas para Biden, que a pesar del espectáculo, para algunos críticos salió victorioso.

Con la pandemia como primer tema, además del evidente cambio en el escenario con pantallas de cristal y una distancia incrementada entre ambos candidatos permitió recordar la crisis por la que pasa el mundo actualmente, además de Harris con su gran inicio afirmando que Estados Unidos pasaba por el mayor fracaso de una administración presidencial, haciendo un repaso por las cifras de pérdidas humanas y un crecimiento en el desempleo y la crisis económica, además de culpar a Trump de ser negligente en el manejo de la crisis sanitaria, asegurando que “sabían lo que estaba pasando y no se lo dijeron a nadie” 

Aunque el acierto de Pence, a pesar de tener más de 200.000 muertos por coronavirus, un brote de covid en la casa blanca que incluye al presidente, que a su vez afirma en un video que la enfermedad es como “una bendición de dios”, es salir invicto de la sección de la pandemia sonando compasivo y educado,  al intentar defender su administración pero intentando presentarse como alguien que se compadece y entiende la gravedad del virus.

Al igual que el mandatario estadounidense hace una semana, Pence trató de pasar rápidamente el tema sobre discriminación racial y fuerza excesiva por parte de la policía,que ha ocurrido en ciudades estadounidenses, ademas afirmó que confiaba en el sistema de justicia asegurando que decir que la nacion es racista sistematicamente significaba insultar a hombres y mujeres que hacen parte de las fuerzas del orden.

Aunque su respuesta le dio pie a una fuerte réplica de Harris que dijo “No estoy aquí para ser sermoneada por el vicepresidente sobre lo que significa hacer cumplir las leyes de este país”, además de señalar los problemas de Trump, como el debate pasado y la condena a supremacistas blancos.