La invasión de territorios es el pan de cada día en varios pueblo y departamentos del país que por una u otra razón, han sido marginados por el gobierno, dejándolos de lado, como si fueran menos personas que quienes viven en las ciudades, pero cuando se acercan las elecciones son a los primeros que buscan con el único fin de manipularlos a su antojo, burlándose de su inteligencia, haciéndoles falsas promesas. Aún en pleno siglo XXI, muchos de estos políticos e incluso algunas personas del común, siguen creyendo que los indígenas son estúpidos por mantener su esencia, lenguaje, costumbres y demás factores que los caracterizan. 

Años tras año, una presidencia tras otra, busca exclusivamente darles contentillo a grupos como la Minga, un conjunto de indígenas que durante mucho tiempo, ha estado en la lucha por algo que les pertenece, sus territorios, la tranquilidad de sus familias, el respeto por la vida de sus líderes. Aunque a nosotros, nos hacen tragar entero y seguimos conformándonos con las migajas que nos dan, mientras nos cubren los ojos o nos distraen con un partido de futbol. Ellos, ese grupo de individuos, están unidos por un bien común, los han mancillado, violado, excluido, burlado como han querido sin embargo continúan en pie de lucha porque trabajarán por sus derechos, las veces que haga falta.

El diálogo será una alternativa en cuanto ambas partes sean realmente escuchadas, el problema nace, cuando aquí los politicuchos, se acostumbraron a que se les dé siempre la razón, aunque no la tengan o peor aún, hacerse los sordos ante las solicitudes del pueblo. Ahora, definitivamente esto puede convertirse en algo aún más grave, el “presidente” Duque, ha decidido no reunirse con un grupo de personas, quienes tienen un pliego de peticiones, siendo él quien “dirige” el país o bueno quien lo “representa” al menos legalmente, le solicitaron una charla para encontrar una respuesta a sus solicitudes. El meollo del asunto subyace, cuando este señor como raro, decide enviar un grupo de representantes, nuevamente restándole importancia al pueblo, como si no valiéramos nada, porque aunque los grupos indígenas estén ubicados en lugares alejados, también son colombianos como quienes viven en Bogotá, Medellín o cualquier otro lado.

Como el innombrable, no le dio permiso, Ivancito no pudo ir a ejercer, bueno jamás ha podido, pero al menos hacer bulto como decimos coloquialmente, ni eso fue capaz. La Minga fue clara, reiteró su deseo de reunirse con el mandatario, este no quiso y pues ahora son ellos quienes vienen hasta Bogotá, a ver si aún sigue negándose a una junta, ¿puede resultar una marcha en apoyo a la Minga?, por supuesto, simplemente por la admiración tan profunda que algunos sentimos, al ver la perseverancia de cada uno de los miembros de este grupo. Seamos consientes, no vienen de un corto viaje, tuvieron dificultades, aun así, nada los detiene, lo mínimo es darles apoyo cuando lo necesiten porque merecen ser escuchados y respetados, ya estuvo bueno, quieren paz en sus territorios, eso es completamente justo, no es posible vivir, si es con miedo.

¡La Minga, se respeta!