Hace unos días estuve viendo navegando por las redes sociales y pude notar la indignación de varias personas por el partido de Colombia contra Ecuador, siendo honesta me impresiona que sigan cayendo en lo mismo de siempre. Con esto hago referencia a la facilidad de distraer a las personas con algo tan elemental como un partido de fútbol, pero sería realmente impresionante si esa misma energía la usaran para percatarse del agujero en el que está cayendo el país, no solo es el paso del huracán, no es solo la crisis económica, ni la corrupción, ni la xenofobia, ni el incremento de la violencia contra la mujer, ni la desigualdad porque pensándolo bien los encargados de permitir una gran parte de eso somos nosotros mismos por no prestar atención a lo que verdaderamente la merece.

Yo también me siento agobiada, la pandemia es algo complejo, los días de encierro de alguna manera nos desestabilizan, sin embargo, nada justifica el estar haciendo como si todo estuviese perfecto aquí. Un país no mejora haciendo críticas destructivas en Twitter a los jugadores de fútbol, el cambio se logra actuando, informándonos, tengo claro que aquí varios de los medios tergiversan pero hay alternativas. El viejo truco de poner la atención en este tipo de eventos es algo natural, lo triste es ver que aunque lo hagan una vez tras otra, sigue funcionando en lugar de preguntarse ¿cuál será la alineación del partido? podrían pensar ¿en dónde están los 150.505 millones de dólares que ayudarían al país debido a la pandemia?.

Mi problema no es con el fútbol, mucho menos con los aficionados, solo me frustra ver como se reúnen por no perderse la transmisión en vivo de este tipo de eventos, pero les duele salir a votar o marchar porque la pereza les puede, es que para esas cosas siempre hay una excusa. Cada quien actúa como mejor le parece e igualmente reparte el  tiempo y energía  que tiene a su antojo, solo que es obvia la necesidad de reestructurar nuestras prioridades, el marcador de ese partido no mejora o visibilizar las problemáticas que hay, ese poder está en nosotros y la capacidad que tengamos de darle la vuelta al mundo, no solo apunta de memes sino de acciones contundentes.