Hoy los habitantes de la región Caribe manifiestan sentir una profunda tristeza por su amada y tradicional fiesta: El Carnaval. La situación del virus impidió que dicha fiesta se llevara a cabo y por primera vez después de muchos años, las calles no han sido adornadas por reinas, tamboras y comparsas.
Algunas personas por el contrario reprochan a quienes manifiestan la tristeza que sienten ante la situación, afirmando que el COVID-19 ha dejado muchas muertes a su paso, que muchas familias han quedado incompletas y que muchas han sufrido otras circunstancias debido al virus; por lo cual, no hay lugar para sentir tristeza por una fiesta que puede posponerse.
Cuando el virus empezó y todos en el mundo estaban confinados, la salud y la vida era (y se supone que sigue siendo) lo más preciado, muchas personas exageraron en su cuidado y en realidad no estaba demás dadas las circunstancias.
En relación a esto, las vidas que se perdieron y se siguen perdiendo claramente no podrán ser recuperadas, y es bien sabido, además, que lo único imposible de recuperar es la vida, por lo cual la tristeza que causa es inevitable, pues en un abrir y cerrar de ojos se estaban perdiendo miles de vidas alrededor del mundo, casi que de forma incontrolable.
Sin embargo, es necesario afirmar que, aunque el sentimiento por las pérdidas de vida y el hecho de no celebrar el Carnaval es incomparable, este sigue siendo un sentimiento inevitable y, asimismo, debe ser respetado aunque no sea compartido.
Ahora bien, todos los seres humanos tienen distintas tradiciones según el tipo de cultura a la que pertenezcan; hay muchas tradiciones o ritos sagrados que deben ser cumplidos por ley. Un ejemplo sería las tradiciones católicas, estas se deben llevar a cabo del modo en el que están estipuladas y para sus devotos o los pertenecientes a la cultura no es opción no practicar las tradiciones católicas.
Lo anterior es similar al Carnaval, esto no es una simple fiesta para quienes tiene la cultura de la región Caribe, ¡esto es identidad! Porque caracteriza lo que los costeños o nacidos en la costa caribe colombiana son.
En conclusión, la tristeza no tiene medidas y cada quién tiene el sentimiento sin poder dominarlo, todo debe estar basado en el respeto, y si la festividad que no se pudo celebrar es motivo de tristeza, es elemental respetar el dolor del prójimo.