La constante “justificación” de cuanto acto inescrupuloso ejecutan las Fuerzas Militares contra los civiles, no tiene límites y más grave aún, va en aumento. Gracias a los múltiples eventos perpetuados por esta institución donde se vulneran directamente los derechos de la ciudadanía, hemos aprendido a no confiar en ellos. Quizás algunos sean un caso apartado de dichas acciones, el problema es que nadie está interesado en ponerse a averiguar, cual es el “bueno” o en el peor de los resultados el “malo” porque pertenecen al mismo organismo lleno de violencia.

Si bien los falsos positivos han sido uno de los sucesos que generaron más conmoción a nivel nacional, van ligados a cientos de masacres, violaciones, abusos ejecutados por los uniformados “en nombre de la ley”. ¿Qué clase de ley avala el asesinato de sus propios ciudadanos?, ¿qué clases de gente aprueba esas leyes?, mejor aún, ¿realmente existe la ley o la justicia en este país?, tal vez para quienes tienen “las formas” haya algo similar o al menos les brindan “ayudas” cuando de salir de “apuros” se trata, mientras los simples mortales como nosotros, solo vemos pasar el tiempo y las investigaciones en contra de la Policía, el Ejército, el ESMAD, entre otros, se quedan ahí sin solución alguna.

Robar, está mal eso lo tenemos claro e igualmente asesinar, solo que aquí todo tiene un pero, un claro ejemplo es lo ocurrido con Dilan Cruz, asesinado por un miembro del ESMAD, hay pruebas, medicina legal ratificó esto, PERO “él era menor de edad, no tenía que estar en las marchas”, no jodás. Así mismo, los registros de las atrocidades ejecutadas son demasiadas y al parecer, todos tienen una razón de ser, cuando en realidad nadie es dueño de la vida de otro. Por ende, es inválida cualquier excusa al momento de acabar así con la existencia de alguien, menos si es de una manera tan ruin.

Un caso más reciente, en el departamento del Guaviare, el 2 de marzo se realizó un “operativo” militar, donde murieron varias personas, pues según las Fuerzas Militares, eran disidentes de las Farc. Durante la emboscada, los agentes hicieron uso de una bomba arrojada al lugar. El día de ayer se revelaron dentro de las “bajas” identificadas hasta el momento, tres menores de edad. Es decir, llegaron y volaron el “campamento”, no se supone que, en este tipo de asuntos, ¿prevalece la vida y más si se trata de un niño?

Posteriormente, sale Diego Molano, ministro de Defensa y exdirector del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, a decir que, al ser partícipes de esta organización, los niños son “máquinas de guerra”, el claro ejemplo del porqué es necesario pensar antes de hablar. Nuevamente un funcionario público está respaldando este tipo de cosas, tal como lo hizo Botero en su momento, ministro también de Defensa de este intento de Gobierno, quien dio un discurso similar, tras el bombardeo militar del 2019 en el cual asesinaron un grupo de niños, específicamente ocho.

Me gustaría entender lo que pasa por esas cabezas duras, cuando salen a decir semejantes pendejadas en cualquier medio, faltándole al respeto a las familias de las víctimas, intentando siempre salir bien librados, vendiendo esto como un logro, cuando el único mérito es seguir aumentando las cifras de asesinatos extrajudiciales, aunque tristemente eso los hace sentirse orgullosos, cuando en realidad son tan delincuentes como los quienes están en las cárceles, nada los hace menos culpables.