Durante febrero, el incremento en la tasa de inflación anual del país norteamericano fue de 1,6%, según las cifras reveladas recientemente por el Departamento de Comercio estadounidense.
En el informe puede evidenciarse una variación del 0,2% en comparación con enero, período en el cual hubo un equivalente a 1,4%. La diferencia entre cada tiempo ha sido atribuida a la elevación del costo de la gasolina, el desplome de los ingresos de los ciudadanos de EE. UU. y la crisis de consumo en todo el territorio, que fue semejante a 7,1% durante el pasado mes.
Lo anterior habría sido determinado tras el análisis del índice PCE (Precios gasto en consumo personal), publicado hoy por la Reserva Federal, el cual contrarió las predicciones de los analistas económicos, quienes esperaban un crecimiento del +0,3%, al igual que a principios del año.
Por otro lado, Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, junto a Janet Yellen, secretaria del Tesoro, acudieron al Comité de Servicios Financieros de la Cámara para conocer la respuesta del Gobierno ante la necesidad de intensificar las ventas, mientras continúan las restricciones por el COVID-19.
En medio de la reunión, Powell realizó una intervención y afirmó lo siguiente: “No habría mayor preocupación sobre el riesgo de que esto provoque una inflación no deseada en Estados Unidos”.
Entre tanto, el temor aumenta en los propietarios de los mercados y establecimientos comerciales, pues no descartan el posible aumento en los precios de sus productos, teniendo en cuenta el desalentador panorama actual a causa de la persistencia de la pandemia mundial.