Cuando escuchamos la palabra héroe es imposible no recurrir a la literatura y a las historias que esta, por siglos, ha contado. Pensamos en el héroe solo como el salvador, pero nunca les vemos las manos manchadas de sangre, una condición casi indispensable para llegar a esa posición. Pues no hay héroe sin villano ni triunfo sin derrota. Para ser héroe hay que pasar por encima de alguien: ese que al ser la encarnación del mal, ni siquiera vale. Y así nos lo ha demostrado en estos últimos días nuestra fuerza pública.

Según la Rae, el héroe es una “persona que realiza una acción muy abnegada (altruista, que se sacrifica), en beneficio de una causa noble”. Y podríamos preguntarnos en este punto si favorecer a una tiranía y servir a los beneficios de un gobierno indolente y no de un pueblo lastimado, ¿es una causa noble?

Para el General del Ejército Eduardo Zapateiro podría decirse que sí, pues él les adjudica esa palabra, en un video que ya circula por varios canales de comunicación, a los agentes del ESMAD (Escuadrón Móvil Antidisturbios) y aplaude su labor en estas protestas y manifestaciones del mes de abril y mayo del 2021. «Ustedes son unos Héroes, Héroes vestidos de negro, de coraza…”, pronuncia Zapateiro de pie frente a la cámara, en medio del ministro de Defensa, Diego Molano, y otro uniformado.

Cabe destacar que esta idea de heroísmo ha estado vigente por muchos años, pues a través de la televisión y los canales nacionales se han trasmitido propagandas apelando a este mismo concepto o ideal. “Los héroes en Colombia sí existen”, dice una de ellas, refiriéndose a las fuerzas armadas y a los uniformes que identifican a estas instituciones.

Pero hoy, en esta situación que atravesamos y gracias a la nueva conciencia, memoria, pruebas y testimonios que tenemos sobre casos de abuso policial, exceso de la fuerza, asesinatos, agresiones sexuales y violaciones de derechos humanos, nos preguntamos cada día más si ¿podemos seguir llamando a esos que disparan a quemarropa contra inocentes o son indiferentes al hecho de arrebatar una vida nuestros héroes?

Yo no los llamaría así, en realidad, nunca me ha gustado esa palabra, pues engrandece un lado de la historia y hace que toda violencia sobre el “vencido” sea justificada. No olvidemos que el lenguaje y las palabras crean nuestra realidad, eso es un hecho, y denominarlos de tal forma es ponernos una venda en los ojos, pues con este término nos llevan a creer que ellos son buenos y que todo lo que hacen tiene un fin superior, que nada puede serles reprochado y que siempre estarán libres de culpa, lo que invisibiliza aún más todas las atrocidades y faltas cometidas por estas fuerzas, esas que hoy circulan a carta abierta en las redes sociales.

De hecho, ya ni siquiera los representantes de estos grupos se esfuerzan por decir que son hechos, aunque censurables, aislados; sino que hemos caído directamente en el aplauso, pasando por encima de los heridos y las víctimas de estas protestas, del dolor de cada una de las madres que han perdido a sus hijos.

Así, con este pronunciamiento del general, se demuestra que no solo el gobierno quiere convencernos de que sus posturas y sus métodos son los adecuados, sino que no le importa seguirnos segmentando y dividiéndonos como pueblo. Ellos, la fuerza pública, son grandes, sus vidas y acciones deben ser alabadas; mientras que las muertes de esos otros, los “vándalos”, no valen nada.

Incluso, sin decirlo de tal forma, ese mismo mensaje fue implícitamente trasmitido en Twitter por el ministro Diego Molano, quien mencionó por medio de una publicación, el día de ayer, cada uno de los daños causados en el país por las “acciones terroristas”, incluyendo la muerte de un capitán de la policía, además de las cifras de civiles y miembros de la fuerza pública heridos; pero nunca nombró los casos de abuso policial y las vidas de los manifestantes que ya no están (Van aproximadamente en las movilizaciones 19 muertes, 13 de ellas por armas de fuego).

En este momento, cada vez que vemos un nuevo video donde las ropas de un joven se encuentran empapadas de sangre, donde se escuchan los gritos de una madre, donde se ve la imagen de un grupo oficial propinando sin piedad golpes, puños y patadas o donde se escuchan sonidos de disparos y llamadas de auxilio, nos vemos obligados a pensar en esa palabra: héroes, las grandes figuras que nos salvan de la villanía. Pero a nosotros ¿quién nos salva de su bala y su injusticia?