El paro nacional ha desencadenado una larga lista de razones por las que muchos exigen que sus derechos sean cumplidos, derechos que no tienen las poblaciones de escasos recursos.
Desde hace mucho tiempo no se había visto un paro nacional de tal impacto como el actual, pues los anteriores solían terminar en dos días con miserables acuerdos que, en el peor de los casos, no se cumplían. Así, las personas que tienen vida digna, llena de lujos o bienes, creían que en esta ocasión sería igual, tal vez pensaban que solo sería un día de incomodidad (debido a la interrupción de las vías públicas). Pero la situación se alargó, por lo cual la incomodidad de las personas que en Colombia se encuentran privilegiadas se alzó, tanto así que decidieron manifestar su inconformidad, puesto que no podían hacer sus actividades con normalidad por el ruido y disturbio que hacen quienes protestan en contra del Estado.
El problema de esta manifestación que, por supuesto están en toda libertad de hacer, es que algunos salen armados con el fin de “apoyar” a la fuerza pública, ya que han protegido a los ciudadanos que no hacen parte de las protestas de los disturbios que esta ocasiona; sin embargo, esto no debería ser, pues esta “labor” es de la fuerza pública. Y como dato curioso, muchos de ellos suelen disparar por doquier, algo que desde luego podría dejar heridos e incluso muertos.
Otro tema que no se aleja de lo que aqueja a las personas en contra del paro nacional actual es que están destruyendo y acabando con todo, como si antes el país estuviese en perfecto estado. Esta creencia se debe a que muchos colombianos desde su privilegio no pueden darse cuenta de cómo viven otros o de la difícil situación que ha acompañado a muchos por años.
Para explicarme mejor, hay zonas del país que aun ni siquiera cuentan con electricidad, vías adecuadas para movilizarse e incluso muchos carecen de agua y demás servicios básicos, que hasta ahora, quienes viven así, han decidido quejarse alzando su voz por esta razón.
Algunos jóvenes de zonas de bajos recursos logran trasladarse para estudiar, pero esto con muchísimo sacrifico y desde un futuro incierto, pues no hay dinero seguro, solo el del día a día. Y de esto se trata un punto que solicitan aquellos que están en contra del gobierno: educación pública. Y por otro lado están quienes piden que no haya más violencia y que, por esta razón, los manifestantes abandonen las calles.
Lo cierto de esto es que, en primer lugar, la violencia ha sido un pan de cada día en muchos territorios del país, la única diferencia es que ahora estas muertes se han visibilizado y la cifra de muertos parece importar; en segundo lugar, los manifestantes, en su mayoría jóvenes, han mostrado una infinita resistencia que parece no ceder con facilidad, a pesar de la violencia que han sufrido algunos por parte de la fuerza pública. En tercer lugar, para respaldar el hecho de que en Colombia abunda la violencia y con ella los homicidios, es necesario mencionar que en el 2019 250 líderes sociales y defensores de los derechos humanos fueron asesinados según Indepaz, y que para el 2020 la cifra descendió a 101.
Hay cosas que no se deberían explicar y que a todos los colombianos nos deberían competer, pues se trata de quienes habitan todo el país, por eso la lucha es por todos. Por lo cual, me parece inconcebible tener que explicar que la vida es más importante que cualquier cosa material, que es injusta la condición de vida que tienen muchos y que efectivamente las oportunidades son escasas.
Así que, como muchos en redes sociales, debo invitar a todo aquel que lea esta columna de opinión a inscribir la cédula y ejercer su derecho de manera responsable, sin olvidar las injusticias que hemos tenido que presenciar durante el actual gobierno.