En los últimos días, se han registrado más de 300 infecciones en distintas provincias de China, superando los registros desde el inicio de la pandemia, obligando a las autoridades a tomar medidas más estrictas, con el fin de controlar la situación.

Tras la aparición de la variante Delta, el aumento de los contagios por COVID-19 ha ido en aumento, contribuyendo a la propagación de este con mayor rapidez a lo largo del país de Asia Oriental. Por tal motivo, los protocolos son cada vez más rigurosos, desde la cancelación de vuelos y trenes de larga distancia, hasta la solicitud a los ciudadanos de no viajar a regiones en donde haya registro de personas contagiadas, así como rondas de test masivos e incluso confinamientos en diversos sectores.

Así mismo, Pekín anunció la restricción de la entrada a la ciudad, para quienes provengan de zonas categorizadas en riesgo, a causa de los rebrotes que se han venido presentando, alternativa con la cual se pretende “limitar el flujo de pasajeros” e igualmente, mitigar una expansión del virus a gran escala. Entre tanto, los habitantes de lugares como Nakín y Zhengzhou, en Henan, continúan realizando pruebas de ácido nucleico.